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Hay algo de BLOW UP y mucho de Hitchcock en la trama: una fotógrafa de modas, un falso culpable, una mujer duplicada, una clínica, la ciudad de San Francisco y hasta un nombre, Dumurrier, que evoca a la Du Maurier de REBECA y LOS PÁJAROS. Algunos efectos visuales también están inspirados en famosas ideas del director británico, como el piso transparente, que permite rarísimas tomas en contrapicado. Fulci mezcla todos esos ingredientes con el entusiasmo de un cocinero loco y le agrega sus propios aderezos: explosiones de color, elaboradas transiciones con múltiples pantallas y el jazz excéntrico de Riz Ortolani. Por encima de todo eso, lo más concreto del film es su extraordinario erotismo, que expulsa fuera de campo a mucho thriller escandaloso posterior. Fue el primer giallo de Fulci, que venía de una década extraordinariamente prolífica dedicada sobre todo a la comedia boba. Para el público argentino será particularmente divertido ver a los compatriotas Jorge Rigaud y Alberto de Mendoza en roles secundarios pero muy importantes.