La rebelión de los marineros del Potemkin, durante junio de 1905, cuando el barco estaba anclado en el puerto de Odessa, fue históricamente un episodio menor. Mas graves habían sido, en los cinco meses previos, las manifestaciones populares en San Petersburgo (que el zar ordenó reprimir con fusilería) y los desórdenes en todo el país, que se extendieron hasta noviembre de ese año. Aunque esa revolución de 1905 fue finalmente derrotada, el zar Nicolás II debió comprender la magnitud de una resistencia que terminaría por derrocarlo en 1917. El prestigio de la película de Eisenstein no se debe sin embargo a su contenido argumental, ni a la mayor o menor fidelidad con que alude a la olvidada revolución de 1905, ni tampoco a las complicadas peripecias de censura internacional que atravesó durante décadas. Se debe estrictamente a motivos estéticos, porque fue una revelación sobre las posibilidades del 'cine de masas' y porque aportó una singular lección sobre una disciplina que desde entonces se hizo famosa bajo el nombre de 'montaje'. Un libro español sobre la película describe detalladamente una estructura repartida entre 1359 tomas distintas, con un promedio menor de tres segundos para cada una, y todas articuladas entre sí. La relación recíproca entre ellas no solamente encadena la acción sino que confronta ángulos distintos, aporta ritmos cambiantes, crea climas anímicos, elabora metáforas visuales (como en las tomas de los tres leones) y traza, en definitiva, un camino de expresión que sólo puede ser asemejado al de la música o al de la poesía. [Texto de Homero Alsina Thevenet extraído de Cinelecturas, Trilce, Buenos Aires, 1990].
Se exhibirá con música en vivo, compuesta e interpretada por la National Film Chamber Orchestra, que coordina y dirige Fernando Kabusacki.
El acorazado Potemkin (Bronenosets Potiomkin, 1925) c/Aleksandr Antonov, Grigori Aleksandrov, Vladimir Barski, Mikhail Gomarov, Anton Levkin, Repnikova, Ivan Bobrov, Maroussov, Maxim Strauch. 80’ aprox.