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El mundo venía siendo descubierto por las cámaras desde los hermanos Lumière, pero fueron los cineastas soviéticos y germanos quienes organizaron ese descubrimiento potenciando los recursos de la cámara y del montaje. Así nació uno de los géneros más hermosos y puros de la Historia del Cine, el de las “Sinfonías urbanas”, cuyos ejemplos más célebres son BERLÍN, SINFONÍA DE UNA GRAN CIUDAD, de Walter Ruttmann, y EL HOMBRE CON LA CÁMARA, de Dziga Vertov. Un hermano de Vertov, Mikhail Kaufman, que fue su principal cameraman durante muchos años, se animó en 1929 a hacer su propia “Sinfonía urbana” en su nativa Ucrania. Eligió como tema principal el paso del invierno a la primavera y luego siguió un procedimiento que había ensayado muchas veces bajola dirección de su hermano: reunir imágenes alrededor breves unidades temáticas, cada una de las cuales conduce a la siguiente mediante imágenes que sugieren esa asociación. Sin necesidad de texto alguno, el film avanza sobre los últimos días del frío, registra el deshielo y las dificultades que provoca, se detiene en el renacer de la naturaleza, en la apertura de las flores pero también de las ventanas. La primavera es también metafórica, porque Kaufman se interesa en la múltiple actividad del trabajo industrial, cuyo renacimiento no era un fenómeno estacional sino social y político. Este breve largometraje quedó opacado durante décadas por la obra del hermano famoso pero fue redescubierto hace poco tiempo y celebrado como la obra maestra que es. No se lo pierdan. Si la tecnología lo permite, la función será con música en vivo. Estamos en eso.