La ópera prima de Yong es narrativamente minimalista y perceptivamente maximalista: dos monjes, uno joven y un niño huérfano, experimentan sus propias dudas y no se resignan a seguir un camino que promete la liberación e iluminación; mientras, su maestro, ya viejo y agonizante, se va preparando para su muerte. En algún momento el maestro dirá: “Soy insustancial en el universo. Pero no hay nada en el universo que no esté en mí”. La aseveración sintetiza el concepto de Sunyata (vacío) del budismo, de lo que se predica otro concepto, el de la codependencia entre todo lo que existe, una consigna que Yong plasma plano por plano, en especial cuando dirige nuestra atención a la interrelación entre los hombres y la naturaleza. Film meditativo como pocos, y honesto, pues las sospechas del monje respecto de la crueldad inevitable que se desprende de abandonar el mundo y los seres queridos exceden al personaje. Los últimos veinte minutos son lingüísticamente inabordables aunque nunca deja de ser una experiencia inolvidable: filmar la muerte, lo que se resiste a la simbolización, desde una perspectiva budista; de allí que Yong priorice los planos generales, una distancia perfecta para registrar un ritual en donde la contingencia del yo se transforma lentamente en la Nada misma. Texto de Roger Koza.
¿POR QUÉ BODHI DHARMA SE HA IDO AL ORIENTE? (Dharmaga tongjoguro kan kkadalgun, Corea del Sur / Alemania-1989) de Yong-Kyun Bae, c/ Yi Pan-Yong, Sin Won-Sop, Hae-Jin Huang, Su-Myong Ko, 137’