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”Sos un pequeño chico leather mariquita”, canta Mick Jagger haciendo un lipsync de sí mismo, interpretando su canción que suena en la radio como una drag queen disfrazada de gangster, peinado a la gomina frente a mafiosos ingleses de elegancia viril. Esta secuencia de homoerotismo eléctrico es un videoclip avant la lettre, mezcla de vanguardia y rock, con una imagen final de cuerpos desnudos echados sobre una alfombra roja, torcidos y encimados en actitud post-orgásmica, que recuerda el universo pictórico de Francis Bacon. El mismo Cammell, guionista y codirector, reconoció inspirarse en Bacon, sosteniendo la íntima relación entre vanguardia y cultura gay de fines de los ’60. Y esta película, donde Jagger debutó como actor, se convirtió en una obra maldita devenida clásico de culto, versión cinematográfica más queer del lema sexo, drogas y rock & roll. Ménage-à-trois lésbico, drag king adolescente (Michèle Breton con bigotes) y otras transformaciones son moneda corriente de la riqueza de Performance y su “omnisexualidad”, según anotó el crítico del New York Times en el estreno de la película. Texto de Diego Trerotola.

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