En forma y contenido, FELICIDAD se ubicó en las antípodas del llamado “Realismo Socialista” dispuesto en esos mismos años por la burocracia de Stalin. Es una fábula de tono circense, alternativamente cómica y poética, cuya asombrosa imaginación formal esconde una elevada dosis de sagacidad política. Para su director Medvedkin, la realidad no podía pensarse en blanco y negro: los problemas de la revolución seguramente tenían sus raíces en el pasado pero se perpetuaban en un presente poco propenso a la comprensión reflexiva. El protagonista se llama Perdedor y no es un villano sino apenas un pobre tipo que ha sido puesto contra las cuerdas demasiadas veces. Poco después de su primera exhibición, el film quedó prohibido y no volvió a verse durante treinta años. Eisenstein la consideraba magnífica: “Hoy he visto cómo se ríe un bolchevique”.
FELICIDAD (Stiazhateli, URSS-1935) de Alexander Medvedkin, c/Pyotr Zinovyev, Yelena Yegorova, Nikolay Cherkasov, Mikhail Gipsi. 62’.