Con más de cien obras, la exposición invita al público a adentrarse en las obras y las acciones más y menos conocidas de la artista, realizadas tanto en Buenos Aires como en París y Nueva York, entre otras ciudades. “El objetivo principal de esta exposición es acercar al público la complejidad, coherencia, y densidad crítica de una obra que conocemos poco; y enfatizar su pertinencia contemporánea”, sostiene la curadora Victoria Noorthoorn.
La exposición se organiza de manera cronológica e incluye desde sus pinturas de 1959 y sus tempranas obras informales hasta sus ambientaciones multicolores de 1964 y 1965, desde sus trabajos sobre los medios de comunicación en 1966 hasta su experiencia hippie hacia 1968, desde sus óperas ficcionales en 1972 hasta sus proyectos de crítica sobre la realidad latinoamericana durante los tardíos años 70, para luego extenderse a sus proyectos de participación masiva.
El diseño expositivo presenta un formato afín a la vorágine de Marta Minujín, con paneles curvos y diagonales que invitan a introducirnos en su laberinto creativo. Incluye obras pertenecientes a colecciones públicas y privadas, 20 proyecciones con registros fílmicos, la reconstrucción y recreación de obras históricas e importantes documentos del prolífico archivo de la artista.
Están representadas sus obras más paradigmáticas, como La destrucción (1963), ¡Revuélquese y viva! (1964), La Menesunda (1965), El Batacazo (1965), Simultaneidad en Simultaneidad (1966), Importación-Exportación (1968), Kidnappening (1973), The Soft Gallery (1973), Imago Flowing (1974), La academia del fracaso (1975), Comunicando con tierra (1976), El Obelisco de pan dulce (1979), El Partenón de libros -que realizó con títulos prohibidos durante la dictadura militar en 1983- y Operación Perfume (1987), entre muchas otras. Además, Malba exhibe en la terraza del museo una selección de esculturas producidas por la artista durante los últimos 20 años.
“En líneas generales, la exposición se concentra en la Minujín que no conocemos dadas las escasísimas exposiciones analíticas de esta gran artista en nuestro país. Me refiero a las facetas relativas a una producción que además de libertad, vorágine, exceso y egocentrismo, se caracteriza también por su método, precisión, rigor, resistencia, generosidad y un fundamental espíritu crítico, todas cualidades que claramente han contribuido a conformar una producción de vanguardia tan variada como compleja y a constituir a Marta Minujín en una autogestora de proyectos artísticos como no ha visto la Argentina”, explica Noorthoorn.
La investigación presenta a Minujín en diálogo con su tiempo, con los eventos nacionales e internacionales que se sucedieron en los diversos momentos de su producción y con las comunidades artísticas con las cuales se relacionó, tanto en la Argentina como en el mundo. Da cuenta de la forma en que la siempre provocativa producción de Minujín respondió, desde un primer momento, a una década de continuas transformaciones –los 60-, que vio nacer y desarrollar el nuevo realismo, el Pop, el arte conceptual, el arte de la performance, el happening, el arte de los medios, el videoarte, la psicodelia y el arte de acción y que, a su vez, transitó períodos de dictadura y violencia a nivel nacional y situaciones mundiales tan paradigmáticas como la Guerra de Vietnam o el viaje a la Luna. A todas estas circunstancias, responde Minujín una y otra vez.
La exposición invita al espectador a reencontrarse con los proyectos más emblemáticos de Marta Minujín y mirarlos con otros ojos, además de acercarle algunos de los trabajos menos conocidos de su producción. De acuerdo con la curadora, el objetivo no es abarcar toda la producción de la artista sino invitar al espectador “a flexibilizar su mirada para quizás comenzar a encontrar dimensiones antes impensadas en los planteos de Marta Minujín”.
En sintonía con ese objetivo, el trabajo de investigación que se realizó -tanto para el diseño de la exposición como para la edición del catálogo- utilizó como fuentes primarias las obras existentes y, en especial, el archivo privado de la artista. El registro fotográfico y la documentación permitieron recuperar información sobre el dinamismo de obras –objetos, construcciones, ambientaciones y acciones- originalmente concebidas, en su gran mayoría, para ser vividas por un espectador.
Victoria Noorthoorn destaca tres claves generales para abordar la “megapropuesta” de Minujín en la exposición y en el catálogo: “La capacidad de proponer una constante redefinición de las categorías del arte resistiendo toda categorización, la posibilidad de imaginar un destino a escala mundial y su necesidad de afirmar una libertad de cuerpo y espíritu”, analiza.