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Delon x 3

Jueves 3, 17 y 24 de abril a las 19:00

La naturaleza fue tan generosa con él que hasta le dio un nombre a la altura de su aspecto: Alain Delon. Ni siquiera tuvo que inventarse un seudónimo. Así como su imagen es parte de la iconografía del siglo XX, los dos golpes secos de su nombre son, para varias generaciones, la medida de la belleza masculina o de su ausencia. Pero Delon se ocupó de multiplicar esos dones con una tremenda disciplina para controlar y administrar su gestualidad de manera precisa, casi matemática. El director René Clément le enseñó que su presencia llenaba el decorado y que la gente lo miraba naturalmente, pero él aprendió a hacer todo lo necesario para retener esa mirada. Una parte la consiguió con estilo, como es evidente en una famosa foto suya junto a Marianne Faithfull, en la que Mick Jagger aparece opacado a un costado: Delon mata rockstar. Pero el resto vino de otro lado, más espeso y personal, que le hizo entender cómo convertir su natural insolencia en un factor ominoso, cómo trasladar su intensidad al plano gestual hasta el punto exacto de la elocuencia cinematográfica.

Tuvo una infancia complicada por la temprana separación de sus padres, que definió su naturaleza individualista y solitaria. Su madre formó otra pareja con un carnicero y el joven decidió escaparse. Así llegó al ejército, donde sirvió entre los 17 y los 21 años, y descubrió una disciplina hasta entonces desconocida que luego trasladó a su trabajo. Si el cine no lo hubiera encontrado, dijo, podría haber sido militar. Pero el cine lo encontró. Bastó que una cámara lo filmara para que todo el mundo hablara de ese joven solitario, cuya belleza era insolente hasta la provocación. De hecho, su relación más satisfactoria fue con la cámara, un vínculo redentor que empezó como el de cualquier estrella carismática pero que enseguida evolucionó gracias a su disposición y velocidad para aprender. Delon, que no tenía el elogio fácil, dijo siempre que su carrera era un edificio cimentado sobre Luchino Visconti y René Clément. También destacó su vínculo profesional con Jean-Pierre Melville, que le hizo interpretar a un asesino implacable, un verdadero ángel de la muerte, en el clásico El samurai.

Nunca tuvo un representante y se ocupó de elegir personalmente cada proyecto en el que se involucró. Aunque dirigió unas pocas películas en los 80, prefería delegar esa función en otros. Estaba más orgulloso de su larga filmografía como productor, donde se sentía verdaderamente creativo, y disfrutaba del proceso de encontrar un tema apropiado, adquirirlo, reunir el talento necesario para llevarlo a cabo y organizar su promoción después. Pocos saben que obras mayores como El otro señor Klein, de Joseph Losey, no sólo fueron protagonizadas sino también producidas por el actor.

Delon habló muchas veces sobre la muerte. Ya en los 70 decía que era la única gran certeza y que por eso no quería perder un minuto en cosas que no le interesaban. En sus películas cometió crímenes abominables y murió más veces que nadie. Produjo y protagonizó un film (Dos contra la ciudad, Giovanni-1972) que es un feroz alegato contra la pena de muerte, aunque en diversas oportunidades el actor se expresó a favor. En 2021 sobrevivió milagrosamente a dos ACVs. En 2023 anunció su decisión de recurrir a la eutanasia, como lo había hecho su ex esposa Nathalie. No lo hizo.

Pero es seguro que desde el año pasado, cuando finalmente Delon falleció a los 88 años, la muerte tiene sus ojos.

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Este ciclo es posible gracias a la Embajada de Francia y el Institut français d’Argentine.

Programación

JUEVES 3
El tulipán negro (La tulipe noire, Francia-1963) de Christian-Jaque.

JUEVES 17
Los gatos (Les félins, Francia-1964) de René Clément.

JUEVES 24
Cualquiera puede ganar (Mélodie en sous-sol, Francia / Italia-1963) de Henri Verneuil.