Cuatro corazones, la única de las películas dirigidas por Discépolo que lo tiene como actor y la más ajustada en cuanto al ritmo (ambas cosas pueden atribuirse a la presencia de Schlieper), se llama como la boîte en la que trascurre la mayor parte de la historia. Discépolo interpreta a Barbei, el dueño del lugar, un hombre lleno de deudas, al principio más bien hosco y ventajero, pícaro de corazón noble al final, cuando se sacrifica para que los jóvenes que se quieren puedan estar juntos. La boîte no era un espacio extraño a Discépolo, que había protagonizado en 1933 la obra de teatro Wunder Bar y que volvería a hacerlo en 1947, en una versión distinta pero con el mismo éxito. Como es lógico, Barbei, en su función de maestro de ceremonias, replica en la ficción la tarea de Discépolo cineasta. Pide una cierta intensidad para las luces, da indicaciones de actuación y hasta piensa en la importancia del perfume “porque la gente no quiere dormir pero le gusta soñar”. Estos parlamentos como máximas encuentran varias ocasiones para desplegarse, siempre en boca de Barbei. El más destacado: “El hambre de los otros es un espectáculo que siempre divierte a los que han comido”. Texto de José Miccio.
viernes 27 de diciembre de 2024 a las 18:00
Cuatro corazones (1939), de E. S. Discépolo y C. Schlieper, c/ ique Santos Discépolo, Gloria Guzmán, Irma Córdoba, Alberto Vila, Eduardo Sandini, Herminia Franco, Tania, Adrián Cúneo. 80’.