"Se trata de un film fantástico y de un tipo de fantasía que puede calificarse de nueva. No se trata de una ficción científica a la manera de Wells o de Bradbury. Tampoco hay elementos sobrenaturales. Los invasores no llegan de otro mundo y tampoco es psicológicamente fantástico", declaraba Borges respecto de Invasión. Quizás esto sea lo único que separa Invasión de El Eternauta, porque ambas obras nos cuentan lo mismo: un enfrentamiento entre el hombre común argentino y un invasor que intenta someterlo. En el film los invasores intentan copar el mercado con un producto que no conocemos; en la historieta vienen a llevarse hombres como mano de obra. Las dos historias plantean una resistencia ante el enemigo imperialista.
Veámoslo entonces desde un plano histórico: El Eternauta fue escrito entre 1957 y 1959 e Invasión fue rodada en 1968, las dos fueron concebidas durante gobiernos de facto (El Eternauta con la llamara Revolución Libertadora e Invasión con Onganía). Si admitimos que las dos obras nos hablan de la necesidad de crear una resistencia armada del pueblo como única salida ante el invasor, no podemos dejar de pensar, entonces, en una relación directa entre las dos (ni pasar por alto que Invasión sucede en 1957, año en que se publicó el primer capítulo de El Eternauta y en que se inició la revolución cubana). Para la edición completa de El Eternauta, Oesterheld escribió un prólogo en el que dice: "El héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe 'en grupo', nunca el héroe individual, el héroe solo". En Invasión, sin una declaración como la de Oesterheld por parte de los autores, se realiza el mismo planteo: los “héroes individuales” fracasan en su labor y hasta el más calificado debe sacrificarse para que el “héroe en grupo”, entusiasta y torpe pero mejor representante del pueblo, quede como única esperanza de resistencia. La soledad de la guerrilla es también una preocupación en ambas obras: en Invasión ni siquiera se baraja la posibilidad de ayuda del exterior y en El Eternauta lo único que llega de afuera son misiles atómicos.
Las dos también se rigen por una idea columna vertebral del género, que Lovecraft dio en llamar “miedo a lo desconocido”, aunque para generarlo utilizan métodos diferentes: en Invasión nada sabemos del invasor, la información se nos da en cuentagotas, los personajes saben todo, pero a nosotros, espectadores, no se nos informa casi nada; en El Eternauta los personajes no saben lo que sucede y nosotros vamos enterándonos y aprendiendo junto a ellos de una manera también terroríficamente dosificada.
Ambas hablan del miedo al dolor físico como el temor más primitivo: "¿Tiene miedo, Don Wenceslao? Le encuentro razón; la cosa es como para meter miedo a cualquiera. Y el más fácil: miedo a que te peguen y te duela", dice Don Porfirio en Invasión y es lo mismo que declara Juan Salvo al verse a punto de ser convertido en hombre robot cuando el Mano le clava el teledirector en la nuca. El asunto planteado es la tortura como medio de manipulación y de extracción de información por parte del invasor.
La Aquilea de Invasión es una Buenos Aires romántica y muy porteña, diferente al Vicente López de El Eternauta, pero, a su vez, generan lo mismo: nos identificamos con obreros argentinos, con un almacenero, con un milonguero, con un bar que podría ser cualquiera, en fin: nos sentimos protagonistas, porque son nuestros los intereses que vemos amenazados, y nos seducen con la (en parte romántica y en parte peligrosamente real) necesidad de agarrar un arma para salir a defenderlos.
Esto es lo que nos dicen Borges, Bioy Casares, Santiago y Oesterheld: la invasión está llegando por Aire, Mar y Tierra, nos superan en cantidad y en calidad de armamentos, la derrota es inminente. No podemos hacer otra cosa que salir a luchar y si es necesario, morir defendiendo nuestro suelo. Porque Invasión y El Eternauta son historias épicas sobre batallas que nos envuelven a nosotros como argentinos y nos atrapan sin necesidad de hacer panfletos.
La metáfora termina de cerrarse con nuestras batallas de gladiadores: el fútbol. El Eternauta contiene todo un capítulo dedicado a la hermosa batalla en la cancha de “River Plate”, donde es obvio que se empeñan en mostrarnos un partido de fútbol entre nosotros y lo invasores, en el cual, según Oesterheld, jugamos de local. Pero después salimos a la calle, que ya es un lugar desconocido: todo está destruido y tomado por adversarios que parecen invencibles. Ya no jugamos de local. En Invasión el partido se juega en la “Bombonera” y ahora se trata de la final, pero ya no tenemos la fuerza del principio, estamos cansados y a nuestro único héroe (aquel héroe individual del que hablaba Oesterheld) le cortaron las piernas, como a Maradona. Pero, como buen héroe, se sacrificará y dará la vida en el partido para que una nueva resistencia nazca y retome la esperanza en esa lucha eterna que no podemos dejar de afrontar. Ya lo dijo Don Porfirio: "Ellos ya están adentro. Ahora la resistencia empieza. Ahora les toca a ustedes, los del Sur".
Texto de Paulo Soria.
ENTRADAS AGOTADAS
viernes 10 de mayo de 2019 a las 23:30
Invasión (Argentina, 1969). Dirección: Hugo Santiago. Argumento: Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares. Guión: Borges, Santiago. Fotografía: Ricardo Aronovich, Adelqui Camusso. Música: Edgardo Cantón, con milonga de Borges y Aníbal Troilo. Montaje: Oscar Montauti. 125'.
Elenco: Olga Zubarry (Irene), Lautaro Murúa (Juan Herrera), Juan Carlos Paz (Don Porfirio), Roberto Villanueva (Silva), Martín Adjemián (Irala).