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A Gary Cooper le gustaba hacer comedia a pesar de que no le iba bien en la taquilla cuando incursionaba en ese género. En este western, que fue su primer film como productor, se propuso romper el arquetipo heroico que él mismo había contribuido a crear y le encargó a tal efecto un guión al prestigioso Nunnally Johnson (VIÑAS DE IRA). El resultado es una rarísima comedia de enredos ambientada en el Oeste que empieza con una típica confusión de identidades y termina con un duelo muy humillante para la tradición machista del género. El film fue una de las más fuertes inspiraciones para otra parodia del género, el personaje Lucky Luke creado por el dibujante belga Morris.