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Henri Verdoux ha perdido la fe en la humanidad y con ella las limitaciones morales que esa humanidad impone. La depresión económica le ha quitado el trabajo de toda su vida y lo obliga a elaborar un plan para mantener a su familia y conservar su “clase”. El plan-negocio consiste en seducir viejas adineradas, a las cuales les promete una vida ejemplar para luego asesinarlas y quedarse con su dinero. El film relativiza el modo en que se definen conceptos como el mal y lo moral. En palabras de Chaplin: “Verdoux no se considera un monstruo, ni siquiera un gran asesino, sino un modesto aficionado. Porque entonces, ¿qué son los fabricantes de armamentos, los grandes señores de la guerra, etc.?”. Así Verdoux es un villano dentro de una sociedad que glorifica políticos e instituciones capaces de asesinar a millones por falsas causas, que en general se inventan para encubrir las verdaderas, siempre económicas. Por eso Verdoux, afirma: “los números santifican, amigo”. Texto de Manuel Pose.