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Un señor de buen pasar viaja a Brasil a mediados de los años treinta. Visita varias ciudades y también una tribu indeterminada del sur del país. En ese lugar filma con insistencia a un grupo de mujeres que se baña, se filma frente -no junto- a ellas, les obsequia collares, las anima a meterse al agua. Ellas no parecen del todo cómodas y se cubren la entrepierna, pero se ríen. En un par de momentos incluso resulta evidente que se ríen de él.

El material filmado, quizá el único registro que hoy existe de ese grupo humano, termina guardado en una lata con una única identificación: “Indias desnudas”. En un fragmento del breve film también aparecen indios bastante desnudos y hasta blancas vestidas, pero eso no era lo importante.

Durante décadas, la desnudez de las mujeres originarias fue la única permitida por los censores del cine. El público general, el de los cines de los pueblos y ciudades blancas, sólo podía ver legalmente un cuerpo femenino desnudo en los documentales de lugares exóticos, que los censores no objetaban porque para ellos esas mujeres eran como animalitos.

Es evidente que no siempre era así para el espectador. De otro modo no se explica que la única información consignada en la lata que contenía este material fuera la desnudez. Ni el lugar, ni el año, ni un nombre. Nada. Sólo “Indias desnudas”.

El negativo y una copia de este film, ambos en material inflamable, fue hallado y conservado por la Filmoteca Buenos Aires. Una copia nueva fue realizada especialmente para el ciclo Amazonia. Se exhibirá gratuitamente desde el jueves 7 al domingo 10 de abril, siempre a las 18:00.