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Todo empezó con Roman Polanski proponiendo al productor Carlo Ponti hacer unas pruebas en 3D en películas pornográficas, y aunque el proyecto fracasó y el cineasta polaco dio un paso al costado, la idea fue derivando en dos obras de sexo camp con los principales mitos del terror, donde Ponti sumó a parte de la Factoría Warhol. Desde el primer Frankenstein (1931) de James Whale, es fácil imaginar un romance entre el Doctor y su criatura, que acá se cuenta a partir de una clara herencia de la sensualidad monstruosa de las películas de la Hammer pero en clave principalmente homoerótica. Y el abordaje de esa relación por Morrissey tiene grandes méritos, empezando por la sofisticada forma paródica que asume, no solo del erotismo sino también del gore. La mezcla prodigiosa del cast cruza a Joe Dallessandro, el chongo warholiano por excelencia, con Udo Kier, futuro actor fassbinderiano. De hecho, el título original de la película, Flesh for Frankenstein, remite a la película Flesh, sobre el sexo, que Morrissey dirigió cinco años antes con Dallessandro también como protagonista. Texto de Diego Trerotola.

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