La acción transcurre en una comunidad agraria y embrutecida, capaz de derramar una violencia irracional sobre cualquiera que se aparte de sus encorsetados parámetros. En el film hay varios objetos de odio, pero el principal es un joven llamado Abram, sobre el que corren toda clase de rumores. La violencia empieza en esa forma moderada de la maledicencia, crece transformada en burlas y maltratos, y finalmente alcanza una furia digna de la Inquisición. No es casual que el film se inicie en el templo, ominosamente decorado con imágenes de hermosos mártires, que reúne en misa a todo el pueblo. El tema fue escrito por Martin Sperr, que es también el protagonista del film, pero es sin duda el trabajo del director Peter Fleischmann con las locaciones y los intérpretes lo que le imprime a la película una lacerante autenticidad. Fleischmann rara vez aparece citado entre los cineastas que renovaron el cine alemán desde la década del 60, aunque generacionalmente se cuenta entre ellos, e incluso llegó a fundar una productora asociado a Volker Schlöndorff. No puede saberse hasta qué punto esa falta de reconocimiento tiene que ver directamente con su obra. Lo que sí puede sospecharse, luego de ver Escenas de caza en Baviera, es que los habitantes de la región donde la filmó aún deben estar esperándolo para cazarlo. Texto de Fernando Martín Peña.
Escenas de caza en Baviera (Jagdszenen aus Niederbayern, Alemania-1969), de Peter Fleischmann, c/Martin Sperr, Angela Winkler, Else Quecke, Maria Stadler, Michael Strixner. 88'