Dos jóvenes se enamoran pese a la rivalidad de sus respectivos padres, que compiten por el transporte a vapor en el río Mississippi. Keaton ya había utilizado un punto de partida similar en La ley de la hospitalidad (1923), pero esta vez decidió culminar su film con un huracán, secuencia que se cuenta entre las más sorprendentes de la historia del cine. Keaton no utilizaba dobles y toda la secuencia estuvo llena de evidentes peligros, pero hubo un gag que resultó especialmente riesgoso: el viento desprende la fachada completa de una casa y la arroja sobre Keaton, que sale ileso porque se encuentra en el sitio exacto que corresponde a una de las ventanas de la fachada.
Pero no todo en el film depende de lo espectacular ya que Keaton se permitió también momentos que destacan su talento como mimo, infinitamente más sutil que el de cualquiera de sus contemporáneos. Véase, por ejemplo, la escena en que procura ayudar a su padre a escapar de la cárcel, y, sobre todo, cuando el padre lo obliga a cambiar de sombrero y lo lleva a una tienda donde le prueban toda clase de modelos diferentes hasta encontrar uno satisfactorio. La escena es un ejemplo magistral de economía expresiva y depende sólo del efecto visual que producen los distintos sombreros sobre el rostro de Keaton, quien expresa su opinión con un ligero movimiento de cejas o con un cambio casi imperceptible en la mirada. El héroe del río fue su último film independiente, ya que después firmó un contrato con la MGM que terminó con su carrera.
Se exhibirá con música en vivo, compuesta e interpretada por la National Film Chamber Orchestra, que coordina y dirige Fernando Kabusacki.
El héroe del río (Steamboat Bill, Jr., EUA-1928) de Charles Reisner y Buster Keaton, c/Buster Keaton, Tom McGuire, Ernest Torrence, Tom Lewis. Aprox. 80’.