Preanunciando lo que va a verse, los títulos pasan al revés a toda velocidad sobre una ruta nocturna. Una rubia que corre descalza y desesperada se cruza con el convertible muy veloz de Mike Hammer. A partir de ahí, todo es original: desde el mensaje que deja la rubia en la mano de Hammer (“Recuérdame”) hasta el final literal y totalmente explosivo. El argumento de aspecto policial va desembocando en una historia barroca, imprevisible, donde hasta el último papel es perfecto, a partir de ese inolvidable pedazo de carne insolente y “duro” que es Ralph Meeker como Mike Hammer. Lírica, salvaje, en contrastado blanco y negro, la valija que emite un resplandor extraño, y los “hombres de negro” que corren en la playa apocalíptica final fueron homenajeados por Tarantino, y redondean una obra maestra inclasificable. Texto de Elvio E. Gandolfo.
El beso mortal (Kiss Me Deadly, EUA-1955) de Robert Aldrich, c/Ralph Meeker, Albert Dekker, Cloris Leachman, Paul Stewart. 105’.