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Durante los ochenta, Batato Barea fue el “clown travesti literario” que se atrevió a destramar todos los géneros en sus obras, teatrales y de las otras, que amalgamaban de manera inédita la poesía, el teatro, la historieta, lo popular, las artes plásticas, la vanguarida, la música, la fotografía, la performance. Una revolución artística que en su cuerpo también se arremolinaba, desafiando géneros y generalidades, apostando a las particularidades desestabilizadoras. La figura de Batato invocada como un fantasma en Diario de las tormentas solares es también una clave para dimensionar la apuesta estética de experimentar desde una dramaturgia poética del cruce. Con un relato múltiple, polifònico, fragmentario, Patricio Tarazona hace una invocación de la poesía queer desde Alfonsina Storni hasta Néstor Perlongher, pasando por Pier Paolo Pasolini, Alejandra Pizarnik y Federico García Lorca, para generar un territorio donde las historias encallan en versos algo célebres y algo bastardos. Pero no solo de invocar fantasmas se trata, también las presencias de Susy Shock y Fernando Noy, tanto como de intérpretes que se montan en un sistema de representación donde deseo, perplejidad e inquietud se confunden, dan un tono de carnalidad y poesía que termina confirmando que la seducción del cine pueden ser cuerpos sólidos de luces y de sombras. Texto de Diego Trerotola.

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