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Un periodista apuesta a que puede pasar toda una noche en un castillo presuntamente embrujado y una vez allí se ve envuelto en un melodrama espectral y seducido por la bella Barbara Steele, que, según dice, sólo vive cuando ama. Se trata de un ejemplo típico de horror gótico italiano: el guión recuerda a varias otras historias macabras, la música (Riz Ortolani) juega un rol muy protagónico y la puesta en escena es elegante y sobria. Sólo su considerable erotismo nos recuerda que estamos en los ’60. El historiador Gordiano Lupi considera a Margheriti “el Roger Corman italiano” por su capacidad para abordar diferentes géneros y por filmar rápido y barato: esta película sólo le demandó dos semanas de rodaje, trabajando con tres cámaras simultáneas y aprovechando un decorado que había sido construido para una comedia con Totò. El mismo año, Margheriti logró terminar otros cuatro largometrajes. Se estrenó en los países de habla inglesa en una versión cortada y con el título CASTLE OF BLOOD. El protagonista Georges Rivière era francés pero se inició en el cine argentino, donde llegó a ser una figura muy popular antes de volver a Europa y continuar su carrera allí.