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La acción transcurre en Hungría hacia 1919, entre la brevísima República de los Consejos y el inicio de la extensa regencia anticomunista de Miklós Horthy. Esas turbulencias político-sociales aparecen expresadas de manera alegórica en el film, que comienza con el enfrentamiento entre un grupo de soldados y otro de sacerdotes y poco a poco se transforma en una pesadilla sin otra razón que la voluntad de imponer el poder. El director Jancsó había irrumpido en el cine una década antes, con una serie de films en los que fue perfeccionando un estilo formal basado en el uso sistemático del plano secuencia, mucho antes que Theo Angelopoulos o Béla Tarr. Cordero de Dios fue realizada en el momento en que esa técnica alcanzó su apoteosis: cada plano es un milagro de coreografía planificada entre los movimientos de la cámara, la acción de los protagonistas y la disposición del paisaje. Aunque se distinguen algunos personajes individuales en el film, está claro que a Jancsó le importa sobre todo representar instancias de una trama colectiva, un movimiento de fuerzas destructivas que no tiene un protagonista preciso.

Hace años que ver en Argentina cualquier film de Miklós Jancsó en fílmico es imposible y la única revisión seria de su obra la realizó el Festival de Mar del Plata hace unos años. La Filmoteca obtuvo en Estados Unidos un negativo de Cordero de Dios y de allí produjo la copia nueva que se verá en esta ocasión.