Este film nos devuelve a un Godard menos entusiasta y despreocupado que el de sus primeras películas, más serenado y flexible, más abierto y menos radicalizado también, pero no menos libre ni menos empeñado en la estimulante empresa de hacer lo que de verdad le interesa y apetece, a despecho de las modas y las convenciones, las consignas y los reproches.
Aparentemente, el punto de partida fueron dos relatos de Maupassant, pero en el film terminado esa referencia quedó sólo como una anécdota. Está compuesto por quince secuencias, algunas filmadas en planos únicos, alrededor de un joven marxista (Léaud, a esa altura un ícono de la nouvelle vague) que busca trabajo y se relaciona con una muchacha (Goya).
Se compone de doce episodios que cuentan la historia de Nana (Anna Karina), una joven cuya belleza -como diría Patricia Highsmith- es peligrosa, pero sólo para ella. Proxenetas, clientes y artistas encuentran en su rostro y en su cuerpo la encarnación de sus sueños. Como consecuencia de ello, la vida de Nana no es su vida.
El detective-espía Lemmy Caution llega a Alphaville en busca de un hombre y encuentra una sociedad dominada por un extraño fascismo tecnológico. Ese punto de partida resulta en una de las películas más representativas de la filmografía de JLG.
A esta altura, el primer largometraje de JLG es muchas cosas al mismo tiempo: un film-emblema de la nouvelle vague, un mito, un mojón que señala de manera simultánea y paradójica los límites de las convenciones del lenguaje cinematográfico y la libertad total de la imaginación creadora.
Las exigencias de hacer una película con un presupuesto comparativamente alto y con estrellas, basado en la novela de un escritor conocido (Alberto Moravia), limitaron la faceta collage experimental de Godard y lo obligaron a concentrarse en un relato lineal.
Viena, 2019: el final de una era. La prohibición de fumar en lugares públicos significa que una parte de la cultura de los cafés ha desaparecido. De todos los momentos, este es el que elige Angeliki para comprarse un departamento con la ayuda de su amiga diseñadora de interiores, Carmen.
El empleo de la cita se desentiende del prestigio de su origen, porque todos los libros, las imágenes y los sonidos constituyen una memoria en movimiento sin dueño reenviada a nuestro presente para incitarnos a pensar de otro modo. En efecto, la palabra ya no es la única fuente de transmisión de una tradición. La imagen también.
La contrapartida de la actividad incansable de los personajes de las películas de Godard está en una insatisfacción manifiesta por las limitaciones y los estereotipos de las ‘acciones’. Así, en Pierrot el loco, el aburrimiento o el hastío de Marianne es lo que moviliza el escaso argumento.
“Desapareced, espíritus”, dice Anna mientras abre las puertas al reverberante mar Egeo. Sin embargo, los fantasmas no se dejan ahuyentar fácilmente. Su marido Max, a quien ha perdido recientemente, está junto a ella tanto como León, su difunto padre, que sigue metiéndose en su vida cotidiana y dándole buenos consejos.
El amigo alemán cuenta la inusual historia de amor entre Sulamit y Friedrich, quienes se conocen durante su adolescencia en el Buenos Aires de los años 50. Un amor que transcurre con el telón de fondo de los grandes cambios políticos en la Alemania del 68 y de la dictadura militar en la Argentina; un amor que dura toda una vida.
El soldadito
El protagonista del film es un joven anarquista que se va de Francia para no hacer el servicio militar, y por consiguiente, para no ser enviado a Argelia –no actúa exactamente por convicción política sino, simplemente, porque no desea pelear-.
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