Se trata de una película en episodios, en la que tres directores plasman sus miradas en un rompehielos sueco.
Don Federico, ya de noventa años, recuerda su madurez en una antigua hacienda y a los personajes que rodearon su existencia en ese lugar, mientras intenta permanentemente terminar la novela que escribe.
Realizada como serie para la TV chilena, también fue editada para su participación en el Festival de Cine de Roma y para el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente.
Un viejo jubilado que espera su muerte inminente, a medias temida, a medias provocada, se pasea por una ciudad a medias real, a medias soñada.
La película sigue a un equipo de lingüistas poco probable en las selvas de un sucedáneo de la Patagonia para estudiar los últimos hablantes de una lengua moribunda.
Poco después de la caída de Salvador Allende en Chile, un artista que simpatiza con la Junta Militar de Gobierno llega a París para cantar sobre lo que él considera la nueva realidad del país.
Tito, un simplón e irresponsable provinciano llega a Santiago, para ponerse a las órdenes de Rudy, un arribista negociante de autos.
Tras haber orquestado la muerte de todo un ejército bajo su mando, Boris Karloff lidera un culto satánico que necesita de la regular provisión de muchachas bellas, prestas al sacrificio.
El padre Lamont es el encargado de investigar la muerte del padre Merrin y la causa de la posesión diabólica de la joven Regan.
El científico Jack Griffin (interpretado por James Whale) descubre en el laboratorio del doctor Cranley (Henry Travers) una droga que le permite volverse invisible.
El realismo socialista
La película es un relato coral, donde se van encadenando distintos mundos. Por un lado, el de los obreros y el lumpen, con el personaje Lucho a la cabeza, y por otro, el de un grupo de intelectuales partidarios de la Unidad Popular.
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