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“Querés hacerme el amor porque manejo al Monster y uso este traje”, dice Frankenstein, el personaje de David Carradine, un automovilista cybor enfundado en catsuit negro con look sadomaso a lo Tura Satana, que maneja un coche tuneado con colmillos en el guardabarros. Esta película futurista de carreras de autos es también un comedia negra que parece fetichizar el mundo tuerca del mismo modo que J. G. Ballard lo hacía en su novela Crash publicada tres años antes. Y Paul Bartel era la persona indicada para hacer de la ciencia ficción un artefacto festichista y camp al mismo tiempo, empezando por una obvia relación con el Frankenstein de James Whale, pionero camp del cine de género. El cast incluye a Mary Woronov, cómplice warholiana de Bartel, pero también a un Sylvester Stallone que escribió sus propios diálogos y, en durante el rodaje, terminaba de escribir el guion de Rocky. Otra película de Bartel que tiene muchas buenas razones para ser de culto. Empezando porque en el título original de esta película de 1975 figura el 2000, año en el que moriría Paul Bartel. Un vaticinio perfecto para un exponente supremo del humor negro del siglo XX. Texto de Diego Trerotola.

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