Hijo de una actriz y de un actor-director, pionero del cine mudo, Leone creció y se educó en los estudios cinematográficos y tuvo quince años de experiencia como ayudante y asistente de dirección antes de asumir la dirección total de este film. Un récord de doce libretistas pergeñaron una historia de aristocracia decadente y traidora enfrentada por esclavos rebeldes, nobles y por supuesto forzudos, a los que se les suma un héroe extranjero (Rory Calhoun) tras verificar la justicia de su causa. El peplum o cine de la antigüedad, género originado en Italia en los primeros años del siglo XX, se había vuelto a poner de moda en la postguerra y Leone trabajó varios títulos relevantes, como QUO VADIS, ELENA DE TROYA, BEN-HUR o LOS ÚLTIMOS DÍAS DE POMPEYA. Contra toda apariencia, EL COLOSO DE RODAS no tuvo un presupuesto igualmente colosal, lo que dice mucho sobre el talento del realizador para simular que sí. Pese a su extensión, el film no aspira a la grandeza operística de la filmografía posterior de Leone, aunque en todo momento es evidente su maestría en el manejo del espacio y el encuadre. Además es muy entretenido, cumple de sobra con todas las exigencias del género (especialmente en las escenas de violencia y sadismo) y aprovecha al máximo al coloso de título, versión libre de una de las siete maravillas del mundo antiguo. Texto de Fernando Martín Peña.
EL COLOSO DE RODAS (Il colosso di Rodi, Italia / España / Francia-1961) de Sergio Leone, c/Rory Calhoun, Lea Massari, Georges Marchal, Conrado San Martín, Jorge Rigaud. 143’.