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Massimo Troísi fue un cometa del cine italiano, o del napolitano para mejor decir. Dejó cerca de media docena de muy buenos films como director y actor y otros varios tan sólo como intérprete, estos parejamente mediocres y adulones. Tironeado por la interna política italiana, que se arrastra ya por más de medio siglo, osciló, como la propia cultura italiana, entre un terruñismo a veces asfixiante y un internacionalismo nunca muy cómodo. Troisi, heredero legítimo de la tradición teatral napolitana de los De Filippo y de la Commedia dell’Arte y mucho más atrás de las formas teatrales –junto con las sicilianas– más antiguas de que se tengan memoria, debutó como director con este film.

Texto de Gustavo Castagna para el ciclo Ciudades

Viaje por Italia, choque de culturas en un mismo territorio o Nápoles versus Florencia. El actor y director Massimo Troisi personifica al típico napolitano religioso, adicto a la familia, simpático y gesticulante. Al tipo del sur del que se mofan los del norte, al joven tímido deslumbrado por otra geografía y otras costumbres. Personajes y situaciones clásicas de una comedia a la italiana que la cámara y el guión de Troisi convierten en una película seductora y muy (bien) parloteada.