Con este film Aldrich llevó aún más lejos la línea desbocada que él mismo había inaugurado poco antes en ¿Qué pasó con Baby Jane? y podría decirse que, entre ambos films, sentó las bases del moderno cine de terror.
Nueva York, año 1870. Newland Archer, un caballero de la alta sociedad neoyorquina, está prometido con May Welland, una joven de su misma clase social. Pero sus sentimientos cambian cuando conoce a la poco convencional prima de May, la condesa Olenska.
1985, Buenos Aires, Argentina. El juicio a las juntas militares de la última dictadura (1976/83), acusados por delitos contra la Humanidad. Durante 90 jornadas se escucharon los relatos del horror y una sentencia final: Nunca Más.
Un actor que estaba exiliado en razón del gobierno dictatorial, regresa a su país en la época de la Guerra de las Malvinas y se reencuentra con sus amigos.
Jerónimo tiene 20 años y está medicado con psicofármacos. Su padre piensa que unos días en un entorno natural pueden curarlo y decide llevarlo a una casa perdida en la montaña.
Obra inédita por razones arcanas, luego conocida en tardes televisivas aptas para la nostalgia del té con masitas, este film merece ser reconducido a otra senda de interpretación. Antes de que el realismo mágico arrasara con la diégesis rural hubo un estilo como el de Marco Cerretani –autor de la novela– que era el del brutalismo trágico.
Transcurre el año 1900 y en ambos lados de la frontera gallego-portuguesa nacen dos niños: João es portugués y está destinado a vestir hábitos, mientras que Xan es gallego y lo que le espera es trabajar duro como su padre.
Basada en un argumento de Norma Aleandro, esta fue la única experiencia cinematográfica de David Stivel, uno de pocos artistas influyentes que dio la televisión argentina. El film destaca por el trabajo de todo su elenco, que resulta beneficiado por la decisión de utilizar sonido directo y por la realización de Stivel, que se demostró capaz de sortear las limitaciones del lenguaje televisivo.
55 días en Pekín
China, año 1900. Las embajadas extranjeras en Pekín deben hacer frente a la sangrienta revuelta nacionalista desencadenada por los boxers, que se dedican a asesinar cristianos. Dentro de un recinto amurallado, el embajador inglés se une a los miembros de otras delegaciones en un desesperado intento por resistir el asedio.
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