Ricardo Piglia, uno de los grandes narradores de lengua hispana, se propone revisar exhaustivamente, por primera vez, su diario íntimo. Un registro de 50 años de vida. 327 cuadernos idénticos, de tapas negras de hule, guardados en 40 cajas de cartón, lo esperan.
Lila, una niña de 12 años, siente la profunda necesidad de conocer su verdadera identidad. No sabe quién es su padre y está dispuesta a cualquier cosa para encontrarlo.
Una mujer vive con diez perros en un rancho construido por ella misma a algunos kilómetros de la ciudad. El contexto es el misterioso y sorprendente universo del conurbano bonaerense.
Su claridad no admite grandes símbolos, sino aquellos que surgen de la verdad directa de sus personajes: el español que añora el regreso, el amor maldito de los protagonistas, el sacerdote extranjero, el buzo.
En 2002, en plena crisis económica argentina, Arturo, un veterinario de 77 años, es secuestrado en Buenos Aires. Su nieta Guillermina de 30 años, debe negociar con los secuestradores el pago del rescate. Para ello, pide ayuda a su madre, Teresa, quien aún vive en Francia, a donde se exilió en la década del ’70. A raíz de ello, ambas reviven dolorosos hechos del pasado.
En los años noventa se generó una cuantiosa literatura de reconstrucción de la historia guerrillera y la masacre subsiguiente, una investigación necesaria y que tuvo su correlato en el cine. El rescate testimonial generó, sin embargo, un nuevo paradigma que tiende a la glorificación de la utopía irrealizada y, por tanto, impoluta. Al sumar su relato a los ya circulantes, Nicolás Prividera vulnera y critica la nueva historia oficial.
La directora invita al espectador a reflexionar sobre la construcción de la propia identidad –la suya, la de toda una sociedad– a partir de una ausencia: la de sus padres, desaparecidos y asesinados por la última dictadura militar argentina.
Los personajes de Días de mayo -jóvenes idealistas, no siempre militantes, en medio del Rosariazo, en 1969- comparten la intención de modificar el mundo.
Uno de los primeros y más tremendos asesinos seriales de la historia del cine apareció en este film. Su objetivo son, como queda claro en una impresionante escena inicial, las muchachas que padecen algún defecto físico.
Sopa de ganso
De Leo McCarey
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