“No es sobre la guerra de Vietman. ES la guerra de Vietnam”, dijo Coppola sobre este film descomunal y arrasador que casi le cuesta la vida.
Única y maravillosa obra del gran actor que fue Charles Laughton, su relativo fracaso inicial (comprensible por su profunda originalidad expresiva), no hizo más que aumentar el impacto para las generaciones anteriores.
El protegido en cuestión es un guionista promisorio (Guillermo Murray) y quien lo protege es un productor de cine despótico y carismático (Guilermo Battaglia), inspirado precisamente en Mentasti.
Tres personajes muy distintos coinciden en el comedor de una estación de servicio perdida en medio de la nada. Los tres tienen sus personales razones para estar allí y el paisaje funciona, de manera bastante evidente, como una alegoría del estado de ánimo que los domina.
No hay dos personas que estén de acuerdo sobre este film, empezando por el propio director y por el autor Ray Bradbury. Ambos quedaron desconformes con el resultado pero por razones completamente diferentes.
La solidez multiuso de Wise (como otros de su época filmó todo tipo de género) le hace mucho bien a un argumento que podría haber culminado en un Mensaje Liberal demasiado obvio.
La mirada del realizador (apuntalada por la fotografía de Esteban Sapir) inventa una ciudad recortando los espacios por los que circula su personaje y proporciona a sus encuadres un tiempo y un sonido que obliga a reconsiderar el rol de cada elemento del plano.
Por más que les pese a muchos, los mejores films “beatniks” no los hicieron los sótanos neoyorquinos de vanguardia sino -y una vez más- Hollywood. Éste trasunta el más puro estilo o más bien actitud de ese sentimiento de época.
Algo cotidiano (lamentablemente cotidiano, esto es) que dispara algo inusual, paranormal: un accidente automovilístico, un coma de cinco años, un don psíquico para ver la vida de los demás mediante un apretón de manos.
Post Tenebras Lux
Los primeros minutos son extraordinarios: en una cancha de fútbol en el campo, una niña rodeada de animales camina mientras está a punto de desatarse una tormenta. No es necesariamente una postal de terror, pero la soledad de la niña tiene acaso una dimensión de indefensión cósmica.
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