Disney, con su fino olfato para encontrar a los mejores artistas, contó en los años 40 con Dalí para la preparación de una película que no vería la luz hasta mucho más tarde, Destino (2003). Desde entonces, grandes compañías extranjeras han contratado a artistas y profesionales españoles para distintas áreas de la animación.
Francisco Macián (Barcelona, 1929-1976) es uno de los nombres clave de la animación en España. Montó su propio estudio en Barcelona en 1955, desde el que realizó publicidad para los Estudios Moro y, más adelante, su primer largometraje.
Gracias a la tecnología y a una creciente industria, hacer animación ya no es la odisea que solía ser. A partir de los 90 el número de realizadores se multiplica exponencialmente y cada vez es más difícil atribuir una nacionalidad a una película.
Una gran parte de la animación española, sobre todo la anterior a los años 50, fue experimental, ya que funcionaba bajo el principio de prueba y error. Pero esta sesión recoge otras experimentaciones, las de ámbito artístico.
El milagro económico llega a España a finales de los 50 tras dos décadas de prolongada y autárquica posguerra. Con el desarrollo industrial y la expansión de la clase media, la publicidad florece y encuentra en la animación un atractivo lenguaje con el que seducir a los nuevos consumidores.
El régimen franquista vio en el cine un aliado para difundir sus valores. En una España devastada por la Guerra Civil, el régimen apoyó la producción de Garbancito de la Mancha, que habría de ser el primer largometraje animado en color europeo.
Tras la muerte de Franco se inicia un período convulso y esperanzado en el que el apetito de libertad y los viejos usos pugnan durante años, y en los que el humor gráfico juega un papel clave, explorando y forzando incluso los límites de la libertad de expresión.
Un joven alemán que ha emigrado a Rusia con su familia ante el ascenso del nazismo, regresa a su país en 1945 como parte del ejército soviético que avanza sobre una Alemania que está visiblemente derrotada.
A partir del descubrimiento de un material filmado en China, No intenso agora habla de la fugacidad de la primera y más radical etapa de la Revolución Cultural de aquel país.
El modelo agrario argentino es una contradicción peligrosa porque en su búsqueda de mayor rentabilidad, terminó con las pasturas naturales y arrasó con los bosques nativos. La sojización avanza y vienen las consecuencias.
Feos, sucios y malos
A contrapelo de la corrección política que tiende a presentar siempre a los pobres como puros y angelicales, el director ofrece un fresco humano tan divertido como amargo.
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