John Graz. As baianas, ca. 1930.
Con el nuevo siglo surgió la necesidad de una renovación estilística. En este sentido, el ambiente cultural de San Pablo competía con el de Río de Janeiro por la punta reformista. Río aspiraba a ser una “París tropical” y sus artistas tomaron la nueva ciudad moderna como temática en pinturas, más sueltas y expresivas. Considerados los “primeros modernos”, estos artistas comenzaron a discutir la noción de lo nuevo y representaron la transición hacia la vanguardia.
En 1917, la exposición de Anita Malfatti en San Pablo, con obra realizada durante su estadía en Nueva York (1915-16) y en Berlín (1910-14), sería un hito inicial de lo moderno. Influenciada por el expresionismo alemán, americano y un cierto fauvismo, Anita había logrado conmocionar a la sociedad provinciana paulista.
En 1922, la Semana de Arte Moderna inauguró el debate moderno desde San Pablo al reunir escritores como Mário y Oswald de Andrade, Graça Aranha, Menotti Del Picchia, Guilherme de Almeida, Ronald de Carvalho y Manuel Bandeira; pintores como Anita Malfatti, Di Cavalcanti, John Grasz y Vicente do Rego Monteiro; el escultor Victor Brecheret y el músico Heitor Villa-Lobos, entre otros. Tarsila do Amaral no participó del evento por encontrarse en París, aunque sí había formado parte del “Grupo dos Cinco” junto con Malfatti, Mário y Oswald de Andrade y Menotti del Picchia.
Como en otros países de la región, en este periodo se daba en Brasil el fenómeno de los viajes de artistas a Europa, con su consecuente absorción de las vanguardias. Pero los viajeros también tomaban en Europa una nueva conciencia de sus propios orígenes, principalmente a partir del estudio en bibliotecas y en museos de antropología. No se trató por tanto de la mera copia de un modelo vanguardista, sino de la búsqueda de una identidad estético-cultural a través de una reelaboración en la que se cruzaba la experimentación de diferentes lenguajes.
25.11.2016— 26.02.2017
Antropofagia y Modernidad
Arte brasileño en la Colección Fadel
Un amplio recorrido por el arte brasileño a través de una selección de más de 150 obras pertenecientes a la Colección Fadel, uno de los acervos más importantes y completos de Brasil.
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