(…) “Aunque Godard ha acariciado la idea del serial, (…) sus películas no se adscriben de manera inequívoca a ningún género específico. Los finales abiertos de las películas de Godard no implican la explotación desmedida de ningún género particular (…) sino en la fagocitación sucesiva de varios géneros. La contrapartida de la actividad incansable de los personajes de las películas de Godard está en una insatisfacción manifiesta por las limitaciones y los estereotipos de las ‘acciones’. Así, en Pierrot el loco, el aburrimiento o el hastío de Marianne es lo que moviliza el escaso argumento. En determinado momento, le dice directamente a la cámara: ‘Dejemos la novela de Julio Verne y volvamos a la novela policíaca con pistolas y todo lo demás’. (…) El hecho de que los personajes de Godard desvíen su mirada de la ‘acción’ para situarse como actores en un determinado género cinematográfico es sólo en parte un arranque de ingenio nostálgico en primera persona del Godard director; en cambio es sobre todo el rechazo irónico de la consagración a un género específico o a una manera específica de encarar la acción”. Fragmento de un texto de Susan Sontag en Estilos radicales, Ed. Suma de Letras, Buenos Aires, 2005.
Pierrot el loco (Pierrot le fou, Francia / Italia-1965) de Jean-Luc Godard, c/Jean-Paul Belmondo, Anna Karina, Graziella Galvani, Samuel Fuller, Jean-Pierre Léaud. 110’.