Cuando visito una exposición de Diane Arbus como En el principio, lo que me impacta –y en lo que pienso– es cómo la figura de las personas en muchas de las fotografías está posicionada con extremo cuidado. En realidad, Arbus, no “posicionaba” a sus retratados, pero tenía la capacidad de captar el momento en el que la figura parece estar en una posición estable, como en un tipo de estasis. Este efecto en parte depende de la figura, pero también del modo en que el fondo no es la figura y de cómo el fondo contribuye a la comprensión de lo que la figura es. El efecto global resultante es que la fotografía no se limita a un solo instante: la sensación de estasis y permanencia da lugar a la idea de duración. Y duración debe entenderse aquí de muchas maneras. De algún modo, Arbus reflexionó sobre esas posibilidades y logró concretarlas en sus fotos. En ellas, los retratados parecen ser abordados principalmente desde un punto de vista psicológico; pero lo más importante para nosotros, los espectadores, es que Arbus nos hace comprometer con una imagen que no es una mera instantánea.
Tendemos a pensar en la fotografía como si fuera un medio instantáneo, pero Arbus genera una sensación de duración, de que hay allí un momento que está transcurriendo, que se extiende por segundos o por minutos y que requiere de nuestra atención por un tiempo más largo. Ella nos pide que sostengamos nuestra mirada y que pensemos de un modo profundo. Esa es una gran parte de lo que encuentro en estas fotografías. La primera vez que vi la exposición En el principio en el Metropolitan Museum de Nueva York estaba realmente muy apurado, y esa no es la forma de ver una muestra como esta, pero así son nuestras vidas hoy. En realidad, en cuanto conseguís respirar hondo y concentrarte un poco, la situación cambia completamente y podrías quedarte todo el día con esas imágenes.
Lo que me parece más destacable de la situación actual es que la mayoría de nosotros tenemos todo el tiempo cámaras increíbles en nuestros bolsillos y estamos acostumbrados a sacar fotos como si nada. Ya no tenés solamente un rollo de 36 fotos y por lo tanto tampoco tenés que estar contando cuántas te quedan. Hoy hay miles de exposiciones potenciales, y el verdadero desafío para los fotógrafos –por eso muchos de ellos no trabajan hoy digitalmente, si no que intencionalmente trabajan en formatos tradicionales– es encontrar modos de desacelerar o de poder utilizar esa cualidad de instantaneidad digital conscientemente. Quizás no sea la duración, quizás sea lo contrario: buscar un modo de que la fotografía sea tan instantánea que refleje cómo somos las personas hoy. Los trabajos más interesantes que veo hoy son trabajos interactivos, que están conectados con la internet o que están basados en algoritmos que extraen imágenes de las redes sociales. Ese sería un modo distinto: el cambio constante. A veces es demasiado fácil hacer fotos que “parecen” significativas, aunque quizás algunas realmente no lo sean.
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John Pultz es crítico y historiador de la fotografía. Actualmente se desempeña como profesor de fotografía y arte del siglo XX en la Universidad de Kansas, Estados Unidos.
Este texto forma parte de The Etcetera, un proyecto que surge a partir de la muestra Diane Arbus. En el Principio. Su objetivo es generar una serie de intercambios textuales entre teóricos, artistas, escritores y críticos sobre la actualidad de varios de los temas que aparecen en la exposición de la fotógrafa norteamericana.
Para hablar de una fotografía artística del siglo XX, habría que diferenciar entre la experiencia en sí misma y los cambios tecnológicos. Siempre hubo fotógrafos artistas y artistas no necesariamente fotógrafos que la utilizan como medio de producción de obra.
La nostalgia cuando muy aguda nubla la visión y la lectura del mundo alrededor nuestro. La realidad es que el pasado no siempre, y de hecho casi nunca, fue mejor.
Las imágenes que a mi me interesan son aquellas que evocan los márgenes de lo visible o de lo indecible, aquellas que ponen a prueba nuestros prejuicios perceptivos, y por tanto, políticos y sociales. Estas imágenes siempre existirán, tal como, a pesar de la restricción de números de caracteres de las redes sociales, existen todavía, la poesía o el ensayo, por ejemplo.
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La doble redundancia
El otro día en Roma me fui a la Plaza de España a ver turistas. También en Latinoamérica hay mucho turismo, pero no puedo nombrar ningún lugar en el que el numero de visitantes y la intensidad de su actividad turística sea similar a la de las ciudades Europeas herederas en mayor o menor medida del Gran Tour o destinatarias de las rutas de las compañías de bajo coste.
Por Chus Martínez