Malba presenta la primera exposición antológica en Argentina de Roy Lichtenstein (1923-1997), el gran artista pop norteamericano; una retrospectiva de su obra sobre papel que incluye casi 80 dibujos y collages de tamaño pequeño (14 x 14) y de gran formato (100 x 150), realizados por el artista entre fines de los años 50 y los 90.
La muestra se presentó en el Instituto Tomie Ohtake entre el 22 de septiembre y el 20 de noviembre de 2005, y luego en el Museu Oscar Niemeyer, de Curitiba, desde el 6 de diciembre hasta el 5 de marzo de este año, y en el Museu de Arte Moderna de Rio de Janeiro del 22 de marzo al 21 de mayo.
Pintor y escultor, el dibujo era el ámbito privilegiado de experimentación de Lichtenstein, y fue central en toda su producción artística. Realizó casi 3.000 dibujos y collages sobre papel durante sus 50 años de carrera. De hecho, en 1987, el Museum of Modern Art (MoMA), en New York, y en 1993, el Museo Guggenheim de la misma ciudad, le dedicaron las retrospectivas más importantes, ambas compuestas por dibujos.
Esta exposición atraviesa sus series más famosas: dibujos y bocetos de Brushstrokes (1965 – 1966); The Mirrors (1970 – 1972); The Entablatures (1971-1976), The Surrealist Paintings (1977 – 1979), realizados con diferentes técnicas: grafito, collage, lápiz, etc. También se exhiben las series que realizó a partir de 1958 inspirándose en dibujos animados e historietas y aquella que inició en 1962 sobre la historia del arte con referencias a reproducciones de obras de Cezanne, Picasso, Monet, Matisse y Mondrian, entre otros.
Lichtenstein realizó estudios y bocetos en papel para todos sus trabajos de pintura de gran tamaño. Hacía diferentes dibujos del original impreso y dibujos muy pequeños de las revistas de comics. Utilizaba los dibujos proyectados sobre la tela a partir de un retroproyector, ajustando detalles, encuadres, composiciones y líneas. Además, muchas veces contenían los códigos personales de color que el artista utilizaría en sus pinturas, por ejemplo, rayas de lápiz que indicaban cuál sería la trama de puntos coloreados en la pintura.
A partir de mediados de los 50, Lichtenstein comenzó a experimentar apropiándose y copiando clichés –como los temas históricos, motivos típicos de la cultura norteamericana, cowboys e indios, y personajes de historieta y dibujo animado como el ratón Mickey y el pato Donald-. Cuando llegó a Nueva York en 1961, formaba parte de una generación que reaccionaba contra el predominio del expresionismo abstracto, buscaba liberarse de él y ampliar las posibilidades del arte. Lichtenstein y su grupo trabajaron entonces sobre lo cotidiano y lo ordinario, el paisaje aparentemente inexpresivo de los productos de consumo norteamericanos. Sus representaciones reflejaban el mundo de los medios de comunicación de masas. “El cartoon le permitía a Lichtenstein forjar un nuevo (no)estilo –en el estilo de la producción masiva– completamente divorciado del Expresionismo Abstracto”, escribe en el catálogo de la exposición Lisa Philips, su curadora. Y continúa: “Lichtenstein deliberadamente se lanzó a explorar lo ‘estúpido’ y lo ‘no artístico’, en contraste con la tradición de vanguardia predominante y con la ética modernista, optando por la ‘copia’ (en tanto que opuesta a la invención) como un propósito decididamente no artístico. Este abordaje estaba, desde luego, más conectado con el uso que ya había hecho Duchamp del readymade y de las técnicas mecánicas.”
“El dibujo es una manera de describir mis pensamientos de la forma más rápida. Los cómics parecen tener todo lo que necesito para hacer dibujos modernos”, cuenta Lichtenstein en un video de 1987, presentado en ocasión de su retrospectiva en MoMA. Dado que su estética se basaba en la viñeta humorística o la historieta -un estilo gráfico plano y abstracto- era evidente el lugar clave que ocupaba el dibujo. “Lichtenstein no sólo utilizó el dibujo a fin de prepararse para sus obras mayores, sino que además entendió el dibujo como un lenguaje abstracto conformado por signos y transformó el lenguaje de la formación de imagen en el tema de su arte a la par de sus fuentes populares”, agrega Philips.
El gran descubrimiento de Lichtenstein fue reproducir exactamente lo que veía, creando un nuevo vocabulario estético.. “En la superficie su obra parece decir: ’lo que ves es lo que hay’, pero en realidad está colmada de una tremenda sutileza y de un perspicaz pensamiento conceptual.” (Philips).
Junto a la exposición, se presentará un catálogo de 120 páginas, con reproducciones color y un ensayo de Lisa Phillips; una cronología biográfica y una selección de bibliografía sobre el artista.