La primera objeción sobre el título: ¿por qué atribuir a cuestiones tan contundentes como esplendor y miseria algo calificado, con antepuesta deliberación adjetival, de “indiscernible”? La respuesta se limitará a admitir que se trata de un apéndice lacónico de proceder: una referencia, una cita. Y, ya sin ánimo de ofensa, continuar del mismo modo, “con horror y con calma”, como pedía Girri. El esplendor que remite al Zohar, nada menos, y las miserias que se dan por ciertas, y solicitan, ya en pleno siglo diecinueve, a Proudhon y a Marx, pueden entenebrecer un poco el título, pero de ninguna manera mitigar hasta la perplejidad los resultados.
El segundo punto es sin duda esa afirmación de A. E. Housman que supo convertirse rápidamente en enigma, de acuerdo con la cual la verdadera erudición es tan infrecuente como el espíritu poético. En este caso el análisis debe procurar no irse por las ramas y atenerse a dos cuestiones, a saber: que Housman lo escribió en el momento en que esa crisis concerniente solo a la erudición fue provocada por cierto “inherentismo” fanático, y que a Housman, como podría contribuir acaso el más ocioso de sus detractores (no sabemos si Hugh Kingsmill o Cyril Connolly), la erudición le parecía más familiar, sin duda, porque la visita del genio poético nunca ocurría.
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Anticipo del seminario “Breve historia argentina de la literatura latinoamericana (a partir de Borges)”, del 22 de septiembre al 1 de diciembre de 2016.