De las muchas miradas sobre el vampirismo que ha dado la historia del cine, Vampyr debe ser la más extraña, en el sentido más riguroso del término. Se supone que está inspirada en textos de Sheridan Le Fanu, pero su relación con ellos es la misma que podría tener con algunos relatos de Lovecraft o de Edgar Allan Poe. El carácter de fantasía onírica que Dreyer quiso para su film fue logrado en parte por la escenografía de Hermann Warm y la fotografía de Rudolph Maté (que ya habían colaborado con el realizador en La pasión de Juana de Arco). Pero también por la música de Wolfgang Séller, adelantada a su tiempo en materia de sugestión sonora, y por el hecho de que se trata de una obra que ignora las limitaciones formales del primer cine sonoro y recupera la riqueza atmosférica y la libertad expresiva del último cine mudo., de Carl T. Dreyer
Vampyr (Alemania / Francia-1932) de Carl T. Dreyer, c/Julian West, Sybille Schmitz, Maurice Schutz, Henriette Gerard. 73’.