Una mujer joven flota en una bañera, se lastima y su sangre se mezcla de a poco con el agua. Después empieza una deriva urbana que la une a un carismático taxi boy y ella tendrá que ver hasta dónde puede con ese vínculo. Aunque al principio no lo parece, VAGÓN FUMADOR cuenta una historia de iniciación a medida que la protagonista va encontrando en sí misma -y en relación con “todo lo que existe a partir de uno”- los movimientos que necesita hacer para dejar de flotar y hacer pie. Chen narra todo eso con una gran potencia visual y sonora que primero construye sensorialmente la inmersión de la protagonista en la ciudad nocturna y luego apuntala sus decisiones con una hermosa canción y un cambio de tono. De algún modo, la historia de Reni y Andrés es una inversión actualizada de la pareja de PRISIONEROS DE UNA NOCHE (1960) de David Kohon, donde quien estaba más cerca de la marginalidad era ella y donde la Buenos Aires nocturna era también el territorio que los refugiaba. Como suele pasar con lxs cineastas que tienen una mirada consistente, muchos de los motivos recurrentes del futuro cine de Chen están ya aquí: las escenas importantes resueltas con cámaras de seguridad, la imagen fuerte y el tono áspero, la capacidad para apropiarse narrativamente de lugares públicos. Y el agua, claro. El agua siempre. Texto de FMP.
Vagón fumador (2001) de Verónica Chen, c/Cecilia Bengolea, Leonardo Brzezicki, Adrián Fondari, Pablo Razuk. 91’.