El día empieza en un pequeño pueblo rural del norte de Portugal. Sus habitantes se sumergen en sus tareas cotidianas, la cámara los acompaña discretamente y se detiene en las manos y los rostros de las mujeres que llevan adelante trabajos casi invisibles, que parecen a su vez una forma de sabiduría ancestral en peligro de extinción. La primera y única película de Manuela Serra como directora fue injustamente ignorada por años, hasta que el trabajo de rescate de la Cinemateca Portuguesa permitió redescubrir y poner en valor esta obra imprescindible en la historia del cine de ese país.
Se exhibe junto a Três Dias Sem Deus, de Bárbara Virgínia.
Dirección y guión: Manuela Serra
Fotografía: Gérard Collet
Montaje: Manuela Serra, Dominique Rolin
Sonido: Richard Verthé
Producción: Manuela Serra, Antónia Seabra, Domingos Sidónio, Teresa Sá, João Beato
Portugal | 1985 | 88'