El crecimiento demográfico de las ciudades latinoamericanas involucró una intensa diversificación de las tareas y de las formas de organización de las personas en la escena urbana. El trabajo en la modernidad fue, ante todo, el trabajo en la fábrica, arena del desarrollo del capitalismo. Al menos durante la primera mitad del siglo XX, la mujer se mantuvo fluctuante entre el trabajo en la casa y en la fábrica. Fue la máquina de coser –la revolución de la Singer– la que, al brindarle la posibilidad de obtener sus propios recursos sin dejar el hogar, le dio un grado de independencia económica. Recursos que administraba ella. Pero, al mismo tiempo, la sujetó aún más a la casa. El crecimiento de la fábrica generó nuevas formas de explotación de los hombres, ante las cuales se organizaron como trabajadores. No solo mediante la huelga y la manifestación –máxima organización de la multitud que disputa los medios de producción y el salario desde la coordinación de las acciones y de los gremios–, sino también desde la propaganda, las publicaciones y las imágenes con las que se interpela a los trabajadores. El anarquismo, el socialismo, el comunismo proveyeron las ideologías que guiaron la organización de los obreros. La impresión disemina las palabras como si fuesen esquirlas del pensamiento que incita a la acción. La impresión del póster, del afiche, del lema, de la frase que se gesta al calor de la manifestación y de su agenda genera imágenes específicas. La manifestación es la forma moderna de ordenar a la masa que reclama mejoras laborales. La masa es también la multitud que organiza el deporte, el espectáculo, el canto, el rezo. Y el carnaval, la fiesta popular por excelencia. El poder de los cuerpos de transformar los modelos de organización ciudadana se acelera en la lucha armada, ya sea la que llevaron adelante las milicias agrupadas en distintos bandos en disputa durante la Revolución Mexicana como la que emprendieron los movimientos revolucionarios durante los años 60 y 70. Pero el ordenamiento urbano no se traduce tan solo en la masa, en la organización de las multitudes, en los cuerpos que se unen o colisionan. La experiencia colectiva radica, al mismo tiempo, en los humanos: individuos que, más allá de los idearios que los movilizan, poseen imaginación y agendas íntimas, afectos y experiencias.
Artistas: Oscar Bony, Antonio Berni, Antônio Dias, Ana Gallardo, José Gurvich, Magdalena Jitrik, José Clemente Orozco, Amelia Peláez, Taller Popular de Serigrafía y Claudio Tozzi, entre otros.
Colección Malba
Verboamérica
La exhibición, compuesta por 170 obras, es el resultado de un proyecto de investigación de más de dos años, que propone una historia viva de América Latina, expresada en acciones y experiencias.
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