Sobre la violenta negación y erradicación del indígena se fundó el “descubrimiento” de América. La conquista y la colonización se asentaron en una doble negación: la de la población originaria y la de aquella que se trasladó desde África para el trabajo esclavo en plantaciones y minas. Sobre la violencia que afectó a los cuerpos se desestructuraron creencias y organizaciones sociales. Durante la colonia se produjo un inmenso y vergonzante tráfico de cuerpos. En tanto el indígena se integraba como repertorio simbólico que daba sustrato a la nación (el indígena de un pasado idealizado, no el de un presente sojuzgado), el afrolatinoamericano no ocupó un lugar en el podio de las ciudadanías heroicas. Aunque integró los ejércitos que combatieron por las repúblicas, y así aparece representado en las escenas de batalla, fue ignorado por las historias del arte latinoamericano. Solo recientemente el componente africano se visualizó en los relatos curatoriales, un elemento que aparecía en las representaciones de la modernidad artística aquietado por el modelo de integración y blanqueamiento que se percibía como el proyecto de futuro deseable: una sociedad blanca en la que el color de la piel desapareciera. Es en el Caribe donde el color de la piel adquiere una fuerza emancipadora y anticolonial. El elemento negro y mestizo vive en la danza y en la religión, no en la máscara ni en el objeto que la esclavitud impidió trasladar o recrear. En la religión impuesta, los mestizos encontraron los signos de identificación y las creencias que les legaban sus ancestros. La música y la danza persistieron y se transformaron, porque parecían menos peligrosas que las imágenes para la moral de Occidente, que incluso las observaba con curiosidad y deslumbramiento exotizantes. La modernidad compacta zonas de disturbio de la presencia indígena. Los artistas del siglo XX ensalzan y poetizan el componente indígena, describen sus costumbres, su vestimenta y sus danzas desde una perspectiva armónica y celebratoria, que los integra a la naturaleza. La identidad indígena, postulada como deseo, lleva al cuerpo blanco a travestirse en cuerpo indígena, en chola. La salud del cuerpo indígena es asumida como responsabilidad del Estado. Clasificar, paradójicamente, fue una forma de protegerlos. En esos cuerpos clasificados y exotizados late, pese a todo, la fricción de una potencial revuelta.
Artistas: Claudia Andujar, Miguel Covarrubias, Tarsila do Amaral, Emiliano Di Cavalcanti, Pedro Figari, Anna Bella Geiger, Frida Kahlo, Wilfredo Lam, José Carlos Martinat, Ana Mendieta, Luis Ortiz Monasterio, Héctor Poleo, Cándido Portinari, Jesús Ruiz Durand y Xul Solar, entre otros.
Colección Malba
Verboamérica
La exhibición, compuesta por 170 obras, es el resultado de un proyecto de investigación de más de dos años, que propone una historia viva de América Latina, expresada en acciones y experiencias.
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