Aquí presentamos un fragmento del ensayo de Marcelo E. Pacheco incluido en el catálogo de la exposición Antonio Berni: Juanito y Ramona, MALBA (2014), con el título "Juanito Laguna y Ramona Montiel, dos invenciones extinguidas". Leer texto completo (PDF) aquí.
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En 1962, Antonio Berni llegó a la XXXI Bienal Internacional de Venecia, como parte del envío oficial argentino. El artista presentó una serie de tintas con la imagen de interminables pampas y cielos, y un conjunto de óleos con collage, unas xilografías y unos xilocollages, todos con el motivo de Juanito Laguna, un chico de una villa miseria, personaje inventado pocos años antes. La primera aparición pública de Juanito había sido en Buenos Aires, la temporada anterior, en Galería Witcomb, con doce piezas.
El rosarino obtuvo el Gran Premio Internacional de Grabado y Dibujo, y una mención destacada del jurado por la calidad de todos los trabajos expuestos. Berni era consagrado en la bienal más antigua y célebre del mundo. El personaje, la calidad del oficio y los valores estéticos, y quizás ideológicos, de las obras habían conseguido atraer la atención de crítica y especialistas internacionales.
Terminados los actos y ceremonias de Venecia, el pintor viajó a París, donde trabajó unos meses. En 1962 la comunidad de artistas latinoamericanos que producían en la capital francesa era numerosa, y actuaba en varias de las líneas de avanzada de la escena: arte objetual, performances, arte cinético, alrededor del nouveau réalisme, la Nueva Figuración y el Arte-Vivo.
Se podían ver artistas venezolanos, brasileños, colombianos, chilenos, peruanos, mexicanos, cubanos y argentinos, que no sólo frecuentaban las vanguardias, sino que eran protagonistas centrales de ellas, como, en el arte óptico y cinético, Jesús Soto, Alejandro Otero, Carlos Cruz-Diez, Julio Le Parc, Martha Boto y Gregorio Vardánega, de Caracas los tres primeros y Buenos Aires los demás. La intensidad del fenómeno era tal que, ese mismo año, el Musée d’Art Moderne de la Ville organizó la exposición L’art latino-américain à Paris, donde Berni estuvo presente junto a otros argentinos como Marta Minujín, Jorge de la Vega y Alberto Greco.
Visitando los mercados de pulgas de la ciudad y las casas de viejo, Berni fue encontrando materiales para un segundo personaje que estaba imaginando hacía tiempo: Ramona Montiel, una muchacha de Pompeya o Villa Crespo que, seducida por los falsos oropeles del “gran mundo”, se había convertido en prostituta. En París, realizó Ramona espera, el primer collage y ensamblado de la serie, y La gran tentación, su antecedente directo.
En ese momento, el artista ya tenía en acción a los dos personajes que fueron los protagonistas del ciclo más extenso e importante de su producción. Hasta 1977, de manera casi excluyente, Juanito Laguna y Ramona Montiel concentraron su atención, y dieron origen a pinturas, collages, ensamblados, construcciones y objetos, cajas, xilografías, xilocollages y xilocollages-relieves, ambientaciones y un espectáculo con instalaciones y medios audiovisuales.