Durante la década del '60 lo más importante que produjo el cine de terror se hizo en Italia, Inglaterra y España, y se basó en un refinamiento de los climas góticos del terror clásico. Los temas eran recurrentes (las brujas, los vampiros, el satanismo, etc.) pero los realizadores extremaron sus recursos formales -hasta donde la censura se los permitió- y la invención de situaciones delirantes para lograr imágenes nunca vistas.