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Fue el más exitoso de todos los cómicos de su tiempo, quizá porque el optimismo de su personaje coincidió con el de toda una generación. Lloyd fue además el único de todos los grandes cómicos que prácticamente no tuvo experiencia previa en el teatro, aunque los superó a todos en la cantidad de tiempo y cortometrajes que filmó antes de encontrar su personaje definitivo. Nunca firmó un solo film como director pero desde 1918 se aseguró de controlar cada aspecto de su realización, como un irreemplazable editor en jefe. En EL HERMANITO Lloyd interpreta al menor de una familia de fornidos representantes de la ley, que lo subestiman. Un robo le dará la oportunidad de probarse frente a ellos. Lloyd consideraba que este film, por sus hallazgos cómicos y su precisa construcción narrativa, era el mejor de su filmografía.