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"Jugaba siempre con maderas, clavos y martillos. El juego de química lo tenía, hacía los experimentos básicos, pero recuerda que le tentaba más mirar el frasquito con la calavera y arriesgarse a probar un poquito de la misteriosa sal, con esto puede decir que en su caso el método científico es el de prueba y error, “más pragmático que precavido”. En el apogeo de las “computadoras personales” y la primera adolescencia, Rodolfo Marqués se pasa gran parte del tiempo jugando a los juegos de estrategia y simuladores de construcción, SimCity (todos los Sim...), Transport Tycoon, todos los Theme... Todo lo que investiga de programación, códigos binarios y hexadecimales es para “hackear” algún jueguito. Anyway, en su infancia Marqués piensa en estudiar arquitectura o diseñar autos. No recuerda haber dibujado estructuras arquitectónicas, pero sí perfiles de carrocerías y concept cars usando como soporte las hojas cuadriculadas de la carpeta de matemática".

"Tal vez en otro país menos bloqueado que éste, Marqués sería planificador societario en escala humana. Hoy por hoy se mueve entre un urbanismo virtual, de cámara, protoergonómico axializado por esos encarnizamientos de la historia patria que han desafiado a cualquier ciencia blanda o dura (¿es Felipe Pigna más científico que el doctor Ramos Mejía…?); pero también en videojuegos que podrían ser la absoluta negación de lo anterior. Ahí está la extraordinaria riqueza y complejidad de su trabajo. Su urbanismo se ocupa actualmente con una tercera fundación de Buenos Aires, buscando, por lo pronto, locaciones para el emplazamiento de la nueva piedra fundacional".

*Este es el septimo posteo de una serie en la que iremos presentando a los nueve artistas que forman parte de la muestra Contemporáneo 31. Lo contrario de la magia. Los textos son de Lux Lindner, curador de la muestra.