No todo el cine anticomunista de Hollywood se hizo durante la guerra fría. Inmediatamente después de la revolución de 1917 surgió una ola de films paranoides, empecinados en informar al mundo sobre los peligros del comunismo.
Esencialmente se trata de un extenso manifiesto sobre la segunda guerra mundial, un “antidocumental”, quizá el primero hecho por la generación que no la vivió pero padeció sus consecuencias geopolíticas.
Este film se hizo como parte de una campaña para legalizar las llamadas “visitas sanitarias”. En ese plan, narra cómo tres años de prisión pueden destruir a cualquier pareja si se los obliga a encontrarse siempre vigilados.
En lugar de la muy contemporánea autoparodia, aquí todo es muy serio y grave, y Lenzi sigue y sigue para adelante, pegando siempre fuerte como uno de sus protagonistas, en una carrera desesperada que -muy literalmente- no tiene fin.
Fantasía romántica y síntesis de las influencias que el cine alemán recibió de los realizadores suecos y daneses. Como en LA CARRETA FANTASMA de Sjöström, aquí la muerte es un señor adusto con una misión que debe cumplir a cualquier precio.
Un hombre y una mujer son separados por la muerte y en el intento de su relación entre el más allá y el más acá, provocan situaciones del más terrible humor negro
En menos de ochenta minutos este film noir no sólo desarrolla una implacable historia de suspenso sino también una historia de amor difícil y muy inusual en el cine de género.
Casi toda la acción transcurre en una posada regenteada por una pareja de mujeres y describe las consecuencias de un vínculo doblemente tabú (extramarital e interracial) y para hacerlo procura introducirse en la psicología de sus protagonistas.
Hay algo de BLOW UP y mucho de Hitchcock en la trama: una fotógrafa de modas, un falso culpable, una mujer duplicada, una clínica, la ciudad de San Francisco y hasta un nombre, Dumurrier, que evoca a la Du Maurier de REBECA y LOS PÁJAROS.
El caballo de hierro: el gran demonio
Mientras los grandes estudios entraban en crisis y el modo de producción tradicional de Hollywood se extinguía, la TV fue una importante fuente de trabajo para muchos realizadores formados en el viejo sistema, como era el caso de Fuller.
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