Este film es una verdadera sorpresa, no sólo porque contiene una de las más extremas interpretaciones de Edward G. Robinson, sino porque se trata de un policial sin concesiones que Fregonese narra con gran economía de textos y abundancia de suspenso y acción dramática.
Un asalto sangriento, una rubia irresistible, un policía con pocos escrúpulos. Estos ingredientes clásicos del género son barajados con mano maestra en este noir donde importan mucho las apariencias, porque todos los personajes vigilan o son vigilados.
El mejor film noir cristalizó un conflicto esencial y no lo resolvió nunca: en un solo gesto puso en relación la carga crítica del realismo de posguerra junto a la estilización violenta traída de la vanguardia más retorcida.
Un investigador de seguros se ve involucrado a su pesar en un robo que ha sido planificado a la perfección, aunque, como suele pasar en estos casos, a cierta altura el plan falla.
The Day es un periódico creado por un idealista ya muerto y dirigido por otro, Humphrey Bogart, que lo ha sucedido. Las dos hijas del fundador, desinteresadas del periodismo, lo ponen en venta y la compra es inminente.
Una rubia que corre descalza y desesperada se cruza con el convertible muy veloz de Mike Hammer. A partir de ahí, todo es original: desde el mensaje que deja la rubia en la mano de Hammer (“Recuérdame”) hasta el final literal y totalmente explosivo.
Una película sobre Miguel Grinberg con la participación de Jonas Mekas, Juan Carlos Kreimer y Flavia Grinberg.
Una chica de 22 años y un chico de 23. Ella vendedora ambulante, los dos del conurbano, él encerrado en el Penal de Sierra Chica, Olavarría, por robar casas.
Un padre que ha perdido la memoria, mientras en su país se impone un gobierno que propone el olvido. Un hijo que bucea en las películas familiares que filmó su padre, buscando los rastros de su propia memoria. Y entre ambos, el recuerdo imposible de la madre desaparecida.
En el lenguaje general del film, como en los detalles, Ayala suele mostrar la competencia de un narrador que tan raras veces se ve en el cine argentino: la mirada silenciosa de un personaje, la dosificación del primer plano, el retroceso alarmado y conjunto de la cámara y del actor Carlos Cores ante los otros tres personajes que quizás descubran de pronto el crimen cometido.
Pasión diabólica
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