Es muy difícil señalar una obra maestra en una filmografía como la de Melville, que incluye varias, pero si hubiera obligación de elegir una es probable que ésa deba ser El círculo rojo porque supuso la culminación del estilo y los temas que el director venía trabajando.
La historia empieza de la mejor manera posible: en 1935 Frances es contratada por la Paramount y considerada por la prensa como “la nueva Garbo”, pero las cosas no tardan en complicarse y sus constantes enfrentamientos con todo lo que representaba al poder y la sociedad bienpensante de la época, la llevan de las luces de Hollywood a las sombras de las instituciones mentales.
China, año 1900. Las embajadas extranjeras en Pekín deben hacer frente a la sangrienta revuelta nacionalista desencadenada por los boxers, que se dedican a asesinar cristianos. Dentro de un recinto amurallado, el embajador inglés se une a los miembros de otras delegaciones en un desesperado intento por resistir el asedio.
Con este film Aldrich llevó aún más lejos la línea desbocada que él mismo había inaugurado poco antes en ¿Qué pasó con Baby Jane? y podría decirse que, entre ambos films, sentó las bases del moderno cine de terror.
Nueva York, año 1870. Newland Archer, un caballero de la alta sociedad neoyorquina, está prometido con May Welland, una joven de su misma clase social. Pero sus sentimientos cambian cuando conoce a la poco convencional prima de May, la condesa Olenska.
1985, Buenos Aires, Argentina. El juicio a las juntas militares de la última dictadura (1976/83), acusados por delitos contra la Humanidad. Durante 90 jornadas se escucharon los relatos del horror y una sentencia final: Nunca Más.
Un actor que estaba exiliado en razón del gobierno dictatorial, regresa a su país en la época de la Guerra de las Malvinas y se reencuentra con sus amigos.
Jerónimo tiene 20 años y está medicado con psicofármacos. Su padre piensa que unos días en un entorno natural pueden curarlo y decide llevarlo a una casa perdida en la montaña.
Y la nave va
El film –ambientado en la época de la Primera Guerra Mundial- transcurre en su totalidad en un barco, en el que una serie de estrellas de la ópera van a enterrar en el mar a un colega fallecido. Dentro de un tono general elegíaco y fúnebre, el humor no está ausente (hay un irónico narrador) y varias escenas remiten a lo mejor de la imaginería inagotable del realizador.
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