Tras una primera parte que retrata a Iván triunfante, Eisenstein realizó un segundo film, de tono más oscuro y más decididamente expresionista que el anterior, en el que Iván se ve envuelto en las intrigas de los poderes feudales del territorio ruso.
Tanto el tiempo dedicado a meditar su film como su logro previo en la ópera Las Walkirias, contribuyen a explicar el estilo de Iván el Terrible, una suerte de majestuoso teatro de cámara, muy alejado de la reconstrucción puramente exterior que suele tener el cine de época.
El día del apocalipsis
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