Tanto el tiempo dedicado a meditar su film como su logro previo en la ópera Las Walkirias, contribuyen a explicar el estilo de Iván el Terrible, una suerte de majestuoso teatro de cámara, muy alejado de la reconstrucción puramente exterior que suele tener el cine de época.
Fue el primer largometraje sonoro de Eisenstein o por lo menos el primero que llegó a estrenarse. Fue su primera colaboración con actores profesionales. Fue también su primera colaboración con el músico Sergei Prokofiev.
Eisenstein, su director de fotografía Eduard Tissé y su asistente Grigori Aleksandrov pasaron varios meses en México con dinero del escritor norteamericano Upton Sinclair rodando material para un ambicioso fresco sobre el país.
La actuación de Holden se convirtió en ícono e inicio de las imágenes lesbovampíricas. Pero la película tenía más para dar, porque, como sostiene Benshoff en su libro sobre diversidad sexual y cine de terror, también plantea una alianza que representa una forma comunitaria queer
Drácula es siempre una buena excusa para el exceso. Y acá parecen haber redoblado la apuesta: un equipo internacional, dirigido por el estadounidense Morrissey, que venía del underground, se propone hacer una película de Dracula en plan de EuroTerror a mitad de la década del 70.
La conspiración de los boyardos
Tras una primera parte que retrata a Iván triunfante, Eisenstein realizó un segundo film, de tono más oscuro y más decididamente expresionista que el anterior, en el que Iván se ve envuelto en las intrigas de los poderes feudales del territorio ruso.
+ info