Tarkovsky eligió desestructurar la visión convencional de la invasión nazi a la Unión Soviética al describirla desde la perspectiva de un niño de doce años.
Jeder für sich und Gott gegen alle (Alemania 1974), c/ Bruno S., Walter Ladengast, Brigitte Mira. 110´.
Esta es la historia de un adulterio, apenas deseado por quienes lo viven, e inevitable sin embargo en las circunstancias en que nace su puro amor.
Una joven que cree tener citas con Dios. Un marido con el que no se entiende sexualmente, un padre más ligado a su profesión que a sus vínculos afectivos, y un hermano reprimido son los actores de esta puesta en escena.
Una pieza de dos personajes, en un único decorado interior y a lo largo de una única noche, que el director Nikita Mikhalkov convierte en un enfrentamiento absorbente donde surgen frustraciones, arribismos, formas del oportunismo y la corrupción social.
Esta película soviética de ciencia ficción crea un subgénero inverosímil: el marxismo subacuático. Si todavía falta algo para agregar excentricismo, la acción transcurre en una ciudad latinoamericana, que vendría a ser ¡Buenos Aires!
El tema es sencillo y describe las consecuencias de la separación de una pareja de amantes a causa de la guerra, pero la puesta en escena de Kalatozov fue tan innovadora que el film se transformó en el representante más nítido de la apertura cultural posterior a la muerte de Stalin
El prestigio de la película de Eisenstein se debe estrictamente a motivos estéticos, porque fue una revelación sobre las posibilidades del “cine de masas” y porque aportó una singular lección sobre una disciplina que desde entonces se hizo famosa bajo el nombre de “montaje”.
¡Qué viva la República!
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