Siguiendo con fidelidad la novela original de Selma Lagerlof, el director elaboró una obra maestra que todavía sorprende por su iluminación naturalista y su temprana complejidad narrativa.
Con una sobriedad que encanta encontrar en un cómico, Keaton construye sus escenas y no las acentúa para extraer un efecto: con toda seriedad vive muy gravemente su tarea, sin ser nunca su propio espectador.
Un genio traicionado se transforma en payaso de circo y vive una vida de anonimato y humillación hasta que las circunstancias le permiten una sangrienta venganza. La obra clásica de Andreiev fue un excelente vehículo para el natural histrionismo de Lon Chaney, el actor más grande que tuvo el cine mudo norteamericano.
Martín y Marcos eran mejores amigos pero cuando terminaron la secundaria se dejaron de ver. Al quedarse sin trabajo, Marcos decide retomar un viejo monólogo escolar y convertirlo en una obra de teatro. Ambos se reencuentran después de diez años pero la relación ya no es lo que era.
(City Lights, EUA- 1931) de Charles Chaplin, c/ Charles Chaplin, Virginia Cherrill, Florence Lee, Harry Myers, Al Ernest Garcia, Hank Mann, Jack Alexander, Tom Dempsey, 87′.
Una pareja, separada por la guerra mundial, encuentra mutuo consuelo en una especie de unión romántico-telepática que se establece todos los días a una hora determinada. Discípulo de Griffith, Frank Borzage logró una culminación del melodrama clásico en este film.
Pesadilla 2: La venganza de Freddy parece existir únicamente con el fin de plantear las aterradoras conexiones genéricas y sociales entre el horror y la (homo)sexualidad.
Los paisajes, climas e interiores tienen aquí la densidad que les otorgan los cuerpos en su desplazamiento, como en la tradición del mejor cine húngaro. La concentración en esos cuerpos masculinos no rompe, sin embargo, un tono reflexivo y de intenso erotismo a la vez.
Heterofobia relata la rápida caída en el infierno de Mariano, un joven gay que, habiendo sido primero violado y luego rechazado por un amigo heterosexual con quien tenía vagas ilusiones románticas, tiene un fuerte recorrido emocional.
Porno mudo + Música en vivo
Hasta los 60, el sexo explícito, como la violencia extrema, existía pero sin verse; se mantenía ajeno a la pantalla. La pornografía estaba fuera de la ley y el circuito que la exhibía era rigurosamente clandestino: prostíbulos selectos, reuniones de hombres o usuarios particulares. Es decir, nada que permitiera algo parecido a la industria millonaria y explotadora que se desarrolló después. Había entonces un decidido amateurismo y también una ¿inocencia? No es la palabra adecuada. ¿Realismo? Algo así.
Se las llamaba stag-movies, porque stag era la palabra que designaba a las reuniones exclusivamente masculinas donde estos films se exhibían. En las stag-movies no suele haber bellezas neumáticas, artefactos rebuscados, ni esfuerzos acrobáticos de satisfacción. Apenas gente común, haciéndolo frente a una cámara. Lo que, pensándolo bien, hace que ya no se trate de gente común. En todo caso, tienen aspecto de gente común y lo que representan son fantasías comunes que, como cualquier forma de representación, dependen de la sociedad de la que surgen. Los elementos para que el espectador se identifique suelen estar tan presentes como en el cine clásico, con el valor agregado de que, para hacerlo, el porno puede apelar a situaciones absolutamente ausentes del cine comercial normal.
Dos selecciones de stag-movies se proyectarán durante junio, con acompañamiento de música compuesta e interpretada en vivo por la National Film Chamber Orchestra.
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